Piel sobre piel funcionando como un perfecto reloj suizo. La sincronización de dos cuerpos al ritmo del corazón, acelerados, frenéticos, buscando con sus lenguas el sabor del deseo.
Se cuelan por la ventana abierta los últimos rayos de sol del último dia de verano, desde la cama se ve la magnífica puesta de sol que dará paso al otoño. No hay control, ni remordimientos, hace horas que olvidaron pensar en mañana, mañana no existe mientras la respiració se entrecorta.
Agotados, sudorosos, tendidos en una cama desecha, comtemplan la primera noche del resto de sus vidas.
Se vestirán despacio, con calma, sabiendo que no habrá despedida, se alejaran el uno del otro para no verse jamás
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